Su popularidad era amplia y genuina, y se dice de ella que era muy guapa y tenía varias ofertas de matrimonio de los príncipes y filósofos,pero siempre respondía que estaba "casada con la verdad".

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 Estaba tan inmersa en su pasión por el aprendizaje que, al igual que otros eruditos griegos antiguos, recorría el centro de la ciudad enseñando las obras de cualquier filósofo, a todos aquellos que querían escucharla. El historiador Sócrates de Constantinopla, dijo de Hipatya: "Hizo tales logros en la literatura y la ciencia, que supera ampliamente a todos los filósofos de su tiempo".

 

Maximiano es quien ordena a unos cincuenta filósofos que demuestren la ignorancia y falsedad de las creencias religiosas de la joven. Pero la intrépida mujer se enfrenta sola a todos ellos y rebate sus tesis con citas de Platón y los Profetas. Refuta a sus contrincantes y consigue convertirlos, a todos, al cristianismo.  

 

“Reserva tu derecho a pensar. Incluso pensar mal es mejor que no pensar en lo absoluto”, solía recitar en sus clases y en la mayoría de los concejos en donde disputaba conocimientos con la alta alcurnia de Alejandría, Constantinopla y Afines.